Esta imagen corresponde al boceto final realizado por Sergio Bleda para la portada de DOCTORES DE LO OCULTO de CURTIS GARLAND. Pero es tan sólo un fragmento ínfimo de la ilustración.
Habrá pocas personas que, al ver este pedazo de esbozo -apenas unas líneas a lápiz que parecen sencillas (pero no lo son) y que muestran lo que es capaz de hacer Sergio con un par de trazados "descuidados"-, no piensen de forma inmediata: "Es Sherlock Holmes".
"Sí, así es", tenemos que decir. Y también: "No, está usted equivocado".
Por una parte, sabemos que el concepto de Occult Doctor puede englobar muchas otras ideas que se acercan a la definición original, esto es, la de un investigador especializado en lo paranormal, que incluso podría poseer ciertos poderes de carácter psíquico, derivados de sus estudios y conocimientos. Ese es Flaxman Low, creado por el dúo Prichard (madre e hijo), y también Carnacki, John Silence, Jules de Grandin, el Detective Solo, el inspector Serrano, sir George (de Luis Vigil), y otros muchos.
A partir de aquí, se puede englobar en el término algunas variantes sobre el mismo tema: la del investigador que, de forma casual, se ve envuelto con cierta frecuencia en asuntos sobrenaturales, como sucede con el inspector Kinderman de William Peter Blatty (de El exorcista y la posterior novela Legión). Algunos, que sepamos, sólo se han enfrentado oficialmente a casos extraordinarios en una sola ocasión, como sucede con el profesor-doctor Van Helsing, de Drácula. Otros son estudiosos de la filosofía, sabios, físicos, médicos, que han recogido algunos asuntos que conocen de segunda mano, y ha intervenido de forma más o menos directa, en alguno de esos problemas, como sucedería con el doctor Martin Hesselius. Están los ghost-breakers, esto es, los expertos en desarmar tramas aparentemente sobrenaturales, pero que tienen una explicación totalmente racional, científica y humana. Están los investigadores aficionados, que carecen de titulación académica, despacho o formación, y buscan resolver misterios del más allá. (Algunos de estos últimos, se diría que poseen un auténtico imán que atrae a los servidores de las sombras).
Hay que añadir aquí al investigador profesional que posee algún tipo de poder psíquico o sobrenatural, pero no se dedica exclusivamente (ni mucho menos) a los problemas fantásticos e inexplicables, sino que usa sus poderes para desentrañar misterios muy humanos. Éste sería el caso, sin duda, de Moris Klaw (de Sax Rohmer).
Sherlock Holmes, primer detective consultor del mundo (es decir: el hombre al que consultan los profesionales de la investigación cuando se encuentran perdidos o sumidos en aguas demasiado profundas), no es un Doctor de lo Oculto. Sin embargo, es innegable que, durante el caso del Sabueso de los Baskerville, actuó como un ghost-breaker que logró echar por tierra la teoría de una antigua maldición fantasmagórica que rozaba en lo licantrópico. No en vano, durante el asunto del Vampiro de Sussex (que era un vampiro muy, muy, muy humano), dejó clara su postura ante lo sobrenatural: "No ghosts need apply", "no es necesario que recurramos a los fantasmas", le dijo a Watson en aquella ocasión.
Sin embargo, hay dos casos canónicos (no pasticheros) de Holmes que se adentran en territorios procelosamente fantásticos: uno de ellos es el del Pie del Diablo, con sus espectrales alucinaciones provocadas por la radix pedis diaboli, una raíz infernal que, hasta donde sabemos, es fruto de la imaginación del doctor Arthur Conan Doyle. El otro caso que cruza la raya de lo outré para introducirse en lo indemostrable es el del Hombre que Reptaba, acerca de un elixir rejuvenecedor (aseguraríamos que era en realidad un afrodisíaco) que tenía unos efectos secundarios inesperados, aunque no del todo absurdos.
Este último asunto, The Creeping Man, es sin duda el que más acerca a Holmes a la categoría de Occult Doctor. En el Canon, queremos decir (esto es: los 56 relatos y cuatro novelas producidos por Conan Doyle). En los pastiches... bueno, eso ya es otra historia, y de las largas.
De modo que, si bien podemos afirmar que Holmes tiene una relación muy tangencial con nuestros Doctores de lo Oculto, también podemos afirmar que muchos de ellos están creados o concebidos sobre el modelo del Gran Detective de Baker Street. Y aquí podemos citar, de nuevo, a Flaxman Low, Jules de Grandin y el resto de los que mencionábamos más arriba.
***
Lo antedicho debería justificar la presencia de Sherlock Holmes en la portada de nuestro volumen, como símbolo. Pero claro: es que, además, incluimos El fantasma de Baker Street de Curtis Garland, cuyo título sugiere claramente una relación entre lo sobrenatural y el Gran Detective.
¿Es, entonces, ese Fantasma de Baker Street el que retrata Sergio Bleda en nuestra portada? Buena pregunta... a la que debemos responder:
"Sí, así es".
Y también: "No, está usted equivocado".
Alberto López Aroca, 11 de septiembre de 2023
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